Informe Gaindegia 2008: Análisis temático- Mikel Navarro

Crisis de la vivienda, crisis financiera y recesión económica

En 2007 el Producto Interior Bruto (PIB) tuvo un crecimiento del 4% en Hegoalde. La población activa ascendió a más de un millón de habitantes en la CAV y a 300 mil en Nafarroa Garaia. El índice de desempleo se mantuvo en el nivel más bajo conocido hasta el momento (4,3% en Nafarroa Garaia y 5,7% en la CAV, según INE; o 3,5% en la CAV, según EUSTAT). La rentabilidad de las empresas batió todos los récords de los últimos años…
Mikel Navarro
Investigador del Instituto Vasco de Competitividad /
Catedrático de Economía de la Universidad de Deusto

Visto lo cual, ¿quién nos hubiera dicho que a finales de 2008 la gente estaría muerta de miedo ante, según algunos, el comienzo de la crisis más dura jamás conocida hasta el momento? ¿Cómo hemos llegado a esto? Los principales factores causantes de la crisis son tres: el sector inmobiliario (sobre todo, la vivienda), el sector financiero y la energía y las materias primas.

La energía y las materias primas se vieron afectadas al principio, cuando el PIB y el empleo todavía se mantenían fuertes. De hecho, cuando en los países desarrollados la economía es favorable, se necesitan más energía y materias primas. Además, a la demanda de energía y de las materias primas producida por el crecimiento económico de los países desarrollados, se le sumó la demanda producida por el extraordinario crecimiento de la economía de grandes países como China o India, aumentando así la escasez de energía y de materias primas. Nuestro planeta no era capaz de hacer frente al crecimiento desmesurado de la demanda de estos países (acrecentado por la demanda de varios productos fundamentales para la agricultura) y los precios se dispararon rápidamente. No obstante, la contradicción de ese modelo de crecimiento quedó oculta cuando la crisis golpeó la economía y bajó la demanda de energía y de materias primas. Los precios del petróleo, la chatarra, etc. descendieron de nuevo. Es decir, una de las tres razones originarias de la crisis: la subida de precios de la energía y de las materias primas ha sido acallada por la propia crisis. Pero no la ha solucionado, porque a largo plazo, lo más difícil es solventar esa contradicción. Para ello, se tendrían que cambiar radicalmente los modelos de producción y de consumo. Y claro, es más dificultoso que la reconstrucción del capitalismo del que tanto se habla estos días.

La crisis del sector de los inmuebles

De las crisis producidas en los otros dos factores, la crisis de la vivienda fue la primera en el tiempo. Esa crisis se ha producido en casi todos los países desarrollados (salvo en Japón y en Alemania, donde la crisis de la vivienda se produjo antes). Desde mediados de los 90 hasta mediados de esta década, en países como EEUU o Francia el número de nuevas viviendas creció un 40% y los precios de las viviendas aumentaron un 100%. Ese boom de la vivienda se debía en cierta medida a la tasa de interés producida por la política monetaria. Pero si ese boom de la vivienda fue desmesurado en algún lugar, ése fue España: cada año se construyeron 650.000 viviendas (90% más que en la década anterior) y los precios aumentaron más que en otros países: 150%.

La crisis financiera internacional

Muchos activos tóxicos se extendieron a los balances de las entidades financieras de muchos países. Nadie sabía exactamente hasta qué punto estaban “atrapados” en esas operaciones, y por tanto, hasta qué punto eran fiables para prestar dinero. Perdida la confianza, los bancos declinaron la posibilidad de prestarse capital, y los mercados financieros quedaron bloqueados. En ese contexto, debido a los problemas de solvencia y liquidez, muchas entidades financieras quebraron. Tras estallar la crisis, las medidas tomadas por las autoridades monetarias (es decir, los bancos centrales) han sido las recomendadas para ese tipo de situaciones. Los gobiernos, por su lado, han adoptado varias medidas para hacer frente a la crisis financiera. Para los bancos que estén sumergidos en una crisis extrema, se han adoptado medidas de salvamento. En algunos países, se han tomado medidas para reforzar el capital (aportando capital a las entidades financieras).

Características de la crisis financiera del Estado Español y de Hegoalde

Esta crisis financiera ha tenido varias particularidades en España debido a las características de los sistemas bancarios. Por un lado, al contrario de los bancos de EEUU, la principal tarea de los bancos no era contratar préstamos para luego pasarlos a otras entidades (ejemplo denominado “crear y después distribuir”), sino que los bancos españoles se ocupaban preferentemente de negocios tradicionales (tomar el dinero como depósito y darlo como crédito).

En cuanto a los pasivos, al contrario de los bancos de EEUU, los bancos no obtuvieron a corto plazo suficiente capital en los mercados financieros para sus negocios. No obstante, la mayor parte de los ingresos de los bancos de la zona provenían de los depósitos. Los bancos de España no tenían suficiente con los depósitos obtenidos a través de sus propios ahorros para financiar sus inversiones y tuvieron que recurrir a mercados financieros del extranjero, en busca de financiación. En concreto, la crisis que ocasionaron las hipotecas subprime en los mercados financieros internacionales no tuvieron repercusión en los bancos españoles por tener dinero invertido en esos activos tóxicos, sino porque se abastecían de esos mercados y esa provisión fue súbitamente interrumpida.

En esa crisis financiera, la solvencia, la liquidez y la rentabilidad que muestran los bancos y las cajas de ahorros del Estado Español y de Hegoalde, en comparación con los de otros países, se deben a las características del activo y del pasivo, reveladas anteriormente.

Por último, en cuanto a la rentabilidad, la morosidad y la disminución de solicitud de créditos que vienen acompañados a la crisis, tendrán una influencia negativa en la rentabilidad de los bancos y de las cajas de ahorros. Esa influencia negativa será mayor en las entidades sumergidas en años anteriores en políticas de expansión con grandes pretensiones (porque las oficinas recién abiertas necesitarán más tiempo para que sean rentables) y en las entidades implicadas en el sector inmobiliario (tanto directamente como a través de promotores inmobiliarios). Por otro lado, hay que tener en cuenta que en los últimos años, aproximadamente el 40% de las ganancias de los bancos y de las cajas de ahorros en vez de provenir de la mediación financiera, provenían de las inversiones realizadas por los bancos y por las cajas de ahorros en los capitales de las empresas. En vista de la situación actual de la bolsa, se estima que no será posible mantener esa situación. En definitiva, junto con la crisis, la rentabilidad de las entidades financieras seguramente empeorará.

La recesión de la economía real

Debido al hundimiento del sector de la construcción, las economías que tienen mayor dependencia del crecimiento de ese sector sufrirán repercusiones más severas.

Así mismo, los bancos y las cajas de ahorros se muestran reticentes a la hora de conceder créditos por la falta de liquidez que ha producido la crisis financiera. Esa situación ha perjudicado principalmente a los que producen equipamientos de bienes de consumo duradero (ya que el uso de créditos para la venta de sus productos es muy frecuente).

Con respecto a los dos factores mencionados, la situación de Hegoalde es un poco mejor que la del Estado Español. Por un lado, el peso que tiene el empleo del sector de la vivienda en la economía global es menor en la CAV (9%) que en el Estado Español (12%); en Nafarroa Garaia, en cambio, el sector de la construcción tiene casi la misma importancia que en el Estado Español (11%). Por otro lado, las cajas de ahorros locales (las de la CAV de forma patente; y en Nafarroa Garaia no tanto) tienen menos problemas de liquidez que los del Estado Español, y por tanto, se han restringido menos los créditos. Además, las empresas vascas tienen un endeudamiento más bajo que las empresas españolas y en ese aspecto, gozan de mejor posición para hacer frente a la reducción de créditos.

Según los últimos datos macroeconómicos, la CAV, y en un nivel más bajo Nafarroa Garaia, están solventado mejor estos momentos tan críticos. En el tercer trimestre de 2008, por ejemplo, el crecimiento interanual del PIB fue del 1,9% y del 1,8% en la CAV y en Nafarroa Garaia, respectivamente; en cambio, en el Estado Español, el crecimiento alcanzó tan solo el 0,7%. En cuanto a la tasa de desempleo, la CAV y Nafarroa Garaia obtuvieron mejores posiciones (6,3% y 7,1%, respectivamente, en el tercer trimestre de 2008) que el Estado Español (11,3%).

Muchos expertos consideran que estamos viviendo la crisis más fuerte desde la Gran Depresión de 1929. En mi opinión, en lo que respecta al crecimiento del PIB, es posible que la crisis actual guarde cierta similitud con las anteriores. Pero en lo referente al desempleo y al bienestar social, nos mantendremos alejados de la difícil situación vivida entonces.

Comencemos a comparar la crisis actual, en gran medida unida al sector financiero, con la otra gran crisis financiera producida en el mundo: es decir, con la Gran Depresión. Las diferencias entre ambas, tal y como ha demostrado Sala-i-Martín, son grandes. En primer lugar, en la crisis de 1929, los depósitos de la gente no estaban asegurados, y por tanto, junto con la quiebra de los bancos, mucha gente perdió todos sus ahorros, cosa que no ha ocurrido en la crisis actual. En segundo lugar, como en aquel entonces había un patrón oro, los bancos centrales no suministraron al sistema la liquidez que requería; por el contrario, en la crisis actual, los bancos centrales han intentado facilitar la liquidez requerida por el sistema. En tercer lugar, en la crisis de 1929, hubo deflación, y al bajar los precios y las rentas, la gente se quedó sin poder pagar sus deudas; esta vez, en cambio, aunque se haya reducido, persiste la inflación. En cuarto lugar, ante la crisis de la Gran Depresión, los gobiernos recurrieron a medidas protectoras, las cuales impidieron el comercio internacional y agravaron la crisis; esta vez, escarmentados por lo sucedido aquella vez, nadie ha propuesto ninguna medida similar. En quinto lugar, cuando estalló la crisis de 1929, fuera del sector financiero la rentabilidad era absolutamente escasa; no obstante, cuando emergió la actual crisis, la rentabilidad de las empresas no financieras estaban en su momento más álgido. Y para finalizar, en 1929 la renta por habitante era mucho más baja que la de ahora, y existían menos medios de protección social para los infortunios; por ello, aunque en la actual crisis haya bajado la renta de la gente, no tambaleará tanto la supervivencia de la población.

Por otro lado, y tal como he indicado anteriormente, las empresas vascas han llegado bastante fuertes a la crisis: con las instalaciones bastante renovadas, sin trabajadores en exceso, con el pasivo suficientemente saneado, formados para funcionar internacionalmente, con sistemas de calidad muy extendidos, etc.

En 1993, el Estado Español alcanzó la crisis con gran déficit público y bastante endeudado. Por el contrario, esta vez, ha llegado con superávit, y en comparación con otros países, poco endeudado. Las Administraciones Autónomas también gozan de una buena situación financiera. Esta situación aumenta las posibilidades de llevar a cabo políticas compensatorias contra la crisis.

Por último, cuando las cosas comenzaron a ir a peor en la crisis de los 90, el origen de la tasa de desempleo era mucho más alta: según EUSTAT, en 1990, la tasa de desempleo era del 16% en la CAV. En el peor momento (años 1993 y 1994) la tasa de desempleo alcanzó el 25%. Ahora, en cambio, las tasas de paro son mucho más bajas: según INE, 6,3% en la CAV (según EUSTAT aún más baja: 3,5%) y 7,1% en Nafarroa Garaia. Además, esta vez no parece que el índice de paro vaya a incrementarse tanto. De hecho, en aquel entonces, el desempleo creció debido a los empleos perdidos y a la incorporación de más personas en el mercado laboral en busca de empleo. Estos últimos eran muchos: por un lado, eran más los jóvenes que llegaban a la edad de trabajar que los que llegaban a la edad de retirarse; en segundo lugar, muchas mujeres recurrieron al mercado laboral en busca de empleo, y la tasa de actividad de las mujeres era todavía muy baja; y en tercer lugar, aquel entonces muchos trabajadores del sector primario perdieron su puesto de trabajo e intentaron buscar empleo en otros sectores. Sin embargo, hoy en día, aunque no hayan desaparecido esas tres fuerzas que presionan en el mercado laboral, se han aminorado de forma notable: ahora son más los que llegan a la edad de retirarse que los que han alcanzado la edad de trabajar; la inserción laboral de la mujer ya se ha producido en gran medida, y por tanto, en el futuro serán pocas las mujeres que recurran al mercado laboral; el sector primario ya tiene pocos puestos de trabajo, y por tanto, en el futuro serán pocas las personas que se despidan en ese sector.

Por tanto, se avecinan malos tiempos. Sin duda, la tasa de desempleo aumentará con fuerza. Pero no esperamos que se repitan las tasas de desempleo que se alcanzaron a mediados de los 80 y de los 90.

Nota del autor: Quisiera darles las gracias a Itziar Navarro y a Xabier De la Maza, por sus sugerencias para la corrección y mejora de la primera versión de este artículo. No obstante, los errores que persisten en él, conciernen exclusivamente a mi persona.

En el Pdf junto con el análisis de Mikel Navarro se incluye un breve reportaje que nos da una perspectiva sobre el tema.

Nota: Este texto es una versión abreviada del texto original que esta escrito en euskera y está disponible en la siguiente dirección: Recesión Económica por Mikel Navarro.