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I+D: En la medida de lo que somos

Artículo original en euskera, publicado en Berria el 30 de noviembre de 2014 : Garenaren neurria

I+D, en la medida de lo que somos

Las actividades de investigación y desarrollo (I+D) son en la actualidad un ejercicio fundamental para las sociedades como la nuestra. Decir I+D significa referirse a un esfuerzo económico y social colectivo. La formación, el conocimiento, la economía, los retos sociales… son muchos los ámbitos que abarca esta actividad. Sin I+D no hay avance. Sin embargo, en sociedades como la nuestra el esfuerzo en I+D se evalúa según el esfuerzo invertido en dicho sentido. No es suficiente con manifestarse a favor de ello, es preciso facilitar recursos, formar personas, crear grupos de trabajo, actuar con espíritu de complementariedad entre organizaciones académico-científicas y agentes sociales. Sólo así conseguiremos soluciones novedosas y más eficientes para responder a los retos sociales, una actividad económica renovada que conserve el empleo y cree riqueza, en definitiva, una sociedad más dispuesta. A nuestro pueblo no le queda otro camino.

Es cierto que vivimos tiempos difíciles, y que en este momento no disponemos de la riqueza que durante décadas ha generado nuestro pueblo para poder ponerla al servicio de nuestras necesidades. Las causas son varias (crisis financiera, techos de déficit impuestos, prioridades particulares…), y el resultado negativo: saltaba a la vista el cada vez menor esfuerzo económico en I+D. No obstante, los últimos datos aportados por el EUSTAT con respecto a Araba, Bizkaia y Gipuzkoa nos han permitido corroborarlo: cada vez invertimos menos recursos en actividades de I+D, tanto en la empresa como en las instituciones u otro tipo de organizaciones. En consecuencia, ha disminuido también el número de personas involucradas profesionalmente en dichas actividades. Son, sin duda, datos preocupantes, que acarrean una importante serie de consecuencias. Llegados a este punto debiéramos preguntarnos si la cuestión es de falta de recursos o de criterios divergentes a la hora de definir los retos de nuestro pueblo.

Decir que la nuestra es una sociedad industrial significa referirse a múltiples cuestiones, como la necesidad de conocer, vigilar y mejorar los distintos aspectos relacionados con la producción; la vigilancia tecnológica; la investigación y la mejora; la formación de personas; las inversiones… Quien no se esfuerce en ello habrá de seguir a la zaga de terceros en demasiadas cuestiones. Esto que constatamos es más que evidente en la comercialización de productos, más aún hoy en día, cuando la actividad productiva local (léase empleos y recaudación pública) se comercializa en mercados extranjeros, o cuando incluso las ventas en mercados locales también son influenciadas por terceros. Todo ello nos reafirma en lo dicho, no hay otra opción, habremos de esforzarnos en mejorar para poder subsistir.

La crisis financiera desatada durante el 2008 tuvo un efecto inmediato en las actividades orientadas al futuro y la rentabilidad futura (no sólo en nuestro caso). La inversión retrocedió. Sin embargo, este retroceso tuvo un efecto inmediato: supuso la congelación, el retraso o la anulación de personal altamente cualificado, proyectos de equipo, nuevas soluciones a punto de ser patentadas. Todo parece un viva a la tecnología obsoleta y su rentabilidad. En definitiva un desprecio a los proyectos que sueñan con otro futuro o las investigaciones de las generaciones más jóvenes. Pan para hoy y hambre para mañana. Basta con observar que la productividad por empleado es un 9% mayor que en el 2008. En la industria un 6,2% mayor y en servicios un 11,3%. A pesar de ello los recursos en I+D se han reducido.

Es triste reconocerlo, pero el retroceso en gasto y personal I+D ha supuesto un importante retroceso en la vía a seguir como pueblo (además de innumerables pérdidas en proyectos personales y organizativos). Ha supuesto la pérdida de una parte importante del esfuerzo desarrollado durante la década anterior. Actualmente los objetivos de ayer están más lejos, más dependientes de decisiones de terceros.

La falta de financiación para la economía productiva o el menguar de los recursos públicos puede ser el origen de estos resultados. Sin embargo, sean cuales sean las causas, la cuestión reside en la atención que prestamos a procesos con capacidad de ser estructuradores y transformadores. Si nuestro pensamiento fuera de país nuestra actitud no sería tan pasiva ante ciertos procesos.

Cómo habitualmente se dice en euskara, bagara ala ez gara?