Informe Gaindegia 2008: Análisis temático- Gorka Bueno

La grave dependencia energética de Euskal Herria
El consumo energético de Euskal Herria no es sostenible. Por un lado, la mayor parte de la energía que consumimos es importada y de origen fósil; por otro, los órganos de decisión que controlan las infraestructuras se encuentran fuera de Euskal Herria. Es una situación insostenible a largo plazo y, por desgracia, parece que las administraciones no son conscientes de ello.

La tasa de autoabastecimiento que refleja la autosuficiencia energética es baja: un 5,4% en la CAV (2007), un 14,9% en Nafarroa Garaia (2006) y un 1,4% en Iparralde (2004)1, aproximadamente un 7% en toda Euskal Herria. En la Unión Europea, a la que tanto preocupa la dependencia energética, la tasa es del 50%.
Gorka Bueno
Profesor de la UPV/EHU
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En Euskal Herria casi no existe extracción de combustible fósil, y la producción energética se basa en la explotación de energías renovables: en la CAV, predomina la biomasa; en Nafarroa Garaia, la electricidad creada en los parques eólicos, y en Iparralde, la electricidad que se obtiene a partir de pequeñas presas hidroeléctricas y la biomasa, ambas con aportaciones similares. En total, la energía creada a partir de la biomasa supone el 60% de la creada en Euskal Herria, y la electricidad eólica supone el 30% (sobre todo la de Nafarroa Garaia). Las aportaciones de la energía solar térmica y de la electricidad fotovoltaica son insignificantes, por desgracia, y muy inferiores a su verdadero potencial.

Según el objetivo establecido por la Unión Europea en 1996, en 2010 la aportación de las energías renovables tendrá que suponer, por lo menos, el 12% del consumo bruto. En Nafarroa Garaia ya se ha cumplido ese objetivo: en 2006 el porcentaje era del 13,3%, y el Gobierno de Nafarroa Garaia espera llegar pronto al 14,7%2. En la CAV, en cambio, en 2007 la aportación de las renovables era aproximadamente del 5% –el Gobierno Vasco ha admitido que será imposible conseguir el objetivo establecido para el 2010–, y en Iparralde el porcentaje era inferior al 2% en 2004. En toda Euskal Herria, la aportación de las energías renovables supone, más o menos, el equivalente al 6,4% del consumo bruto, y, por tanto, estamos muy lejos de cumplir el objetivo. Además, hay que tener en cuenta que recientemente el Consejo Europeo ha fijado el límite inferior de la aportación de las renovables para el año 2020 en un 20%.

Es verdad que en los últimos años las energías renovables se explotan cada vez más, pero no lo suficiente. Además, otras medidas también impulsadas por las administraciones nos conducen justo en dirección contraria. Por ejemplo, es preocupante la fuerte apuesta que se ha realizado por el gas natural en la CAV. Un gas natural que hay que importar de otros países, su combustión genera emisiones de CO2 y, aunque en menor medida que el carbón, también contamina. Por ejemplo, cuando la central de ciclo combinado de Boroa, que quema gas natural, funciona a la máxima potencia (755 MW), vierte casi 280 toneladas de CO2 a la hora. Si se cumplen las expectativas del Gobierno Vasco, para el 20103 la potencia eléctrica de las centrales de ciclo combinado supondrá el 65%4 de la potencia total, y el consumo de gas, el 52% del consumo energético bruto de la CAV. ¡Eso sí que es dependencia! No existe nada semejante en ningún otro país desarrollado del mundo. En 2007, los únicos estados que tenían un porcentaje más alto eran Uzbekistán, Katar, Turkmenistán, Bangladesh, Belarús, Emiratos Árabes Unidos, Algeria, Azerbaiján, Rusia, Irán y Argentina5. ¿Son esos países de referencia? En la Unión Europea el consumo de gas natural es el 24,9% del consumo primario y en la OECD el 23,7%.

El Gobierno Vasco afirma que gracias al aumento masivo de las centrales de ciclo combinado “la electricidad creada en Euskadi cubrirá [la demanda eléctrica de Euskadi]; es decir, alcanzaría el nivel de autosuficiencia”6. Pero el Gobierno Vasco olvida precisar que el gas que queman las centrales es importado. Por tanto, no existe autosuficiencia energética alguna en la generación eléctrica.

Y lo que es más grave, el gobierno de la CAV utiliza el consumo de gas natural –mediante su fomento– para cumplir mejor los objetivos relacionados con la producción energética y el consumo sostenible, y para adornar su incumplimiento. El objetivo M2.6 del II. Programa Marco Ambiental del Gobierno Vasco dice lo siguiente7: “Conseguir que el 29% del consumo energético provenga de energías renovables y de la cogeneración [en 2010]” (al parecer en 2005 era el 16%). En el capítulo correspondiente al 5º objetivo estratégico, el correspondiente a fomentar la producción y el consumo energéticos sostenibles, se asocian la producción de renovables y la cogeneración. Pero el 76,6% del combustible utilizado en cogeneración en 2007 fue gas natural, el 10,7% fueron derivados del petróleo, y sólo el 13% fueron renovables. Si solo tenemos en cuenta la cogeneración de origen renovable, el porcentaje baja al 6,4%. ¿Cómo será posible alcanzar el 29% para el año 2010? Si pretenden conseguirlo quemando gas natural, el consumo no será nada sostenible. Ese tipo de políticas no nos llevan hacia la sostenibilidad.

En la Comunidad Foral de Nafarroa Garaia la consideración hacia las energías renovables es mayor que en la CAV –asimismo, hay que tener en cuenta que allí el potencial es mayor–. Pero, por desgracia, las cosas están cambiando8. Aunque actualmente la potencia eólica (936 MW en 2006) es mayor que la de ciclo combinado (800 MW), el Gobierno de Nafarroa Garaia quiere invertir la situación y conseguir duplicar la potencia de las centrales de ciclo combinado para el 2010. Si se cumplieran las expectativas9, la producción basada en el gas natural superaría a la eólica (1,6 GW), en claro perjuicio de la sostenibilidad.

En Iparralde también existe una gran dependencia energética. Aunque la producción hidroeléctrica es importante, se utilizan muy poco los sistemas fotovoltaicos y la energía solar térmica, muy por debajo de sus respectivos potenciales. La explotación de la biomasa también es un recurso con futuro en Iparralde, pero para ello será fundamental garantizar modelos sostenibles de explotación. Habrá que evitar modelos importados de explotación agraria industrial, y basarse en el cultivo ecológico arraigado en el territorio, ya que esos dos modelos son radicalmente diferentes. En relación con todo lo anterior, es importante destacar la grave situación del sector de la fuente energética más importante para las personas: el de la agricultura y la ganadería, es decir, el del sector alimentario. No tenemos más que ir a cualquier supermercado para darnos cuenta de nuestra gran dependencia exterior, cada vez mayor a causa de la desaparición de granjas y caseríos.

Sin embargo, la dependencia energética de Euskal Herria no se limita a los recursos naturales, sino que es también enorme en lo que se refiere a las infraestructuras energéticas, y es especialmente grave en la gestión de la red eléctrica. Es sabido que la electricidad no se puede almacenar a gran escala. Por eso, es necesario que en la red eléctrica exista en todo momento un ajuste entre la producción y el consumo, lo cual exige una gestión diligente de la red y una cuidadosa planificación del funcionamiento de todo el parque de generación eléctrica. La aportación de la producción eólica, que aumenta de año en año, dificulta aún más la gestión de la red eléctrica, que en Europa se hace a nivel estatal. En el Estado Español, por ejemplo, es el centro CECOEL de la empresa Red Eléctrica del Estado Español, S.A. (REE), situado cerca de Madrid, el que se encarga de la programación de las centrales termoeléctricas. Desde ese centro, cada hora, se envían las órdenes de los niveles de producción a todas las centrales del Estado. La producción renovable no regulable, principalmente eólica, es controlada desde el centro CECRE de REE. Como en el Estado Español el mercado de la electricidad está liberalizado, cada día se decide en un mercado virtual, gestionado por la empresa Operador del Mercado Ibérico de Energía, S.A. (OMEL), qué centrales producirán y cuál será el precio de la electricidad. La situación en Iparralde es simétrica, pero en este caso mirando a París. Euskal Herria no posee una red eléctrica autónoma; aquí existen dos redes eléctricas que dependen del Estado Francés y del Estado Español, y la brecha eléctrica es, sin duda, tan profunda y grave como la administrativa.

La incapacidad para gestionar la red eléctrica condiciona por completo la limitada autosuficiencia energética vasca, y por ello debemos tener cuidado cuando comparamos la producción eléctrica renovable con el consumo. En Nafarroa Garaia, por ejemplo, la electricidad eólica supone tanta energía como la mitad del consumo eléctrico; pero eso no significa que la mitad de la energía que se consume en Nafarroa Garaia sea eólica. La producción eólica y el consumo de Hegoalde se planifica, se programa y se gestiona a nivel estatal10. Hoy día, la soberanía eléctrica es imposible en Euskal Herria. Incluso la gestión de las infraestructuras del petróleo y del gas natural dependen del Estado en gran medida. En el sector de las infraestructuras energéticas, el nivel competencial de la CAV y de la CFN se limita casi a emitir licencias medioambientales y las correspondientes a nuevas instalaciones, además de desarrollar las políticas que se planifican a nivel estatal.

La situación energética de Euskal Herria es grave. La dependencia de los combustibles fósiles en nuestra sociedad es enorme y, por eso, es muy importante fomentar la explotación de energías renovables. Y existen formas de sacarles mayor provecho: la energía obtenida a partir de la biomasa, la electricidad fotovoltaica, el uso de la energía solar térmica para el abastecimiento de calefacción y agua caliente, la energía eólica… Pero las energías renovables no hacen milagros: los niveles y los modelos de consumo de la sociedad moderna –de nuestra sociedad– no son sostenibles. En la CAV, por ejemplo, el aumento medio anual del consumo eléctrico ha sido del 2,9% entre 2001 y 2007, y del 4,4% en el sector del transporte. Hay que invertir esa tendencia, porque es insostenible. He aquí la clave para romper con la dependencia hacia los combustibles fósiles, y para hacer frente a la inseguridad energética y climática: reducir considerablemente el consumo energético y fomentar la producción propia, autóctona. Las instituciones deben impulsar y fomentar modelos de consumo y de producción que nos encaminen hacia un desarrollo sostenible. Hay que aumentar el uso de las energías renovables y del reciclaje, a fin de reducir el consumo energético y de recursos. Asimismo, la sociedad tiene que intentar satisfacer la demanda de alimentos y productos con la producción autóctona, ya que es la única manera de reducir la ingente cantidad de energía que se consume en el sector del transporte. Por desgracia, el propósito de las administraciones no es el de restringir el transporte de mercancías para reducir el consumo energético, sino impulsarlo mediante la construcción de enormes infraestructuras.

Junto con el análisis en el documento Pdf un breve reportaje que sirve de introducción al tema.